La noche del 26 de agosto de 1891, el Príncipe Simeon de Rusia, tercer hijo del emperador Alejandro III y hermano menor del último zar ruso Nicolás II, falleció de manera inexplicable en su lecho. A pesar de que se había sentido mal desde la mañana, Simeon se despertó a las tres de la tarde y se sintió mejor, lo que hizo pensar que no había nada grave. Sin embargo, a las 8:00 p.m., se desplomó y murió mientras estaba con su esposa y sus asistentes.Las circunstancias que rodearon la muerte del príncipe eran extrañas de inicio. A pesar de que Simeon había estado enfermo por varios días, ningún médico pudo dar una causa clara para su repentina muerte. Los testigos presentes declararon que el príncipe pareció estar completamente sano hasta que la muerte se lo cogió de repente.Los rumores y la especulación rápidamente comenzaron a circular en toda Rusia, con algunos sugiriendo que Simeon fue asesinado por agentes del gobierno zarista o por rivales de la familia real. Otros creían que el príncipe pudo haber sido envenenado, ya que se dijo que había estado comiendo un arroz con polvo de oro poco antes de su muerte, lo que podría ser tóxico si no se cocinaba correctamente.El caso nunca fue resuelto y continúa siendo uno de los misterios más intrigantes de la historia rusa. En las décadas posteriores a la muerte del príncipe Simeon, el rumor persistió de que había sido asesinado por agentes del gobierno zarista o por rivales de la familia real. Sin embargo, ninguna evidencia concluyente jamás se pudo presentar para apoyar estas teorías.La tumba del Príncipe Simeon está en el Cementerio del Monasterio de Alexander Nevsky en San Petersburgo. A pesar de las circunstancias misteriosas que rodearon su muerte, es probable que la leyenda sobre su asesinato se mantenga viva en la memoria popular rusa por mucho tiempo.
La misteriosa muerte del príncipe Simeon





