La historia comienza con el coronel Henry Creswicke Rawlinson, un oficial británico que se encontraba en Bagdad en 1854. Era miembro de una misión militar que investigaba los restos antiguos de la ciudad. Mientras exploraba las ruinas de Babilonia, descubrió una serie de piedras con signos incómodos e incomprensibles grabados en ellos. Al principio, no tenía ni idea de lo que significaban estas marcas, pero su curiosidad le hizo querer descifrarlo.
Rawlinson solicitó ayuda a otros eruditos y especialistas en el campo arqueológico, entre los cuales se encontraba George Smith. Juntos, empezaron a trabajar para descifrar el texto antiguo que había sido grabado en las piedras. Este texto era una versión persa de la Biblia, conocida como Avesta. Después de años de trabajo arduo y diligente, finalmente lograron descifrar el texto.
La traducción del Avesta proporcionó información valiosa sobre la cultura persa antigua, especialmente sobre la época del imperio aqueménida. Se encontraron referencias al zoroastrismo, un sistema religioso que era popular en el Imperio Persa. También se descubrió mucho sobre los conquistadores aqueménidas y sus batallas, como las de Xerxes contra Grecia.
El desciframiento del Avesta también fue importante para la comprensión de cómo se había desarrollado la civilización en el Medio Oriente. Los arqueólogos han utilizado este hallazgo para establecer conexiones entre diferentes culturas y sociedades antiguas. En la actualidad, la historia de las murallas de Babilonia es una de las más fascinantes del mundo arqueológico e histórico.
